Cuando el broncíneo
Odiseo hubo arribado a aquella isla tan lejana, saltó a tierra y prosiguió su
camino hacia la vasta gruta en donde moraba Calipso, Divina entre las Diosas.
Una vez acomodado por esta en un magnifico sitial, relató a la hija de Atlante,
la de hermosas trenzas, como a través de su navegación por el ancho ponto,
apenas a unos golpes de remo de donde se encontraban. Advirtió la presencia de
una ninfa de esculturales formas y nívea tez que dijo llamarse Jacinta, y haber
sido concebida por los amoríos de Heracles con la Hija del Rey del Lixus,
cercano a estas tierras. También le comentó la maldición a la que fue condenada
por Poseidón, el que sacude la tierra, enojado con su progenitor. A permanecer
varada en la orilla del violáceo ponto, hasta que un grupo de mortales
inspirados por las musas de las artes aboguen ante Zeus, el que todo lo puede,
por su liberación.
Mario Valverde
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