sábado, 30 de julio de 2011

JORNADA

“Largo se le hace el día al que no ama / y él lo sabe”.
CLAUDIO RODRÍGUEZ.



Jornada tras jornada, mientras aguardas qué:
cuesta volver a casa cuando nadie te espera.

Se hace duro el camino de los pasos cansados
que no dejan tras de sí más huella que un suspiro
prendido de los labios y sombras resignadas
a la correa que ata su dueño cada día
a su figura obscura, a su vida perdida.

Tan escaso jornal, tras tan larga jornada.

Apenas unas cuantas monedas sin valor,
calderilla, un mechero que ya casi no enciende,
los restos de un paquete de hebras de tabaco,
las llaves de la casa, las del buzón vacío
al que sólo remiten recibos y facturas,
el libro de bolsillo con el cual entretienes
tus horas de parada y de autobús.
Casi a ciegas lo dejas todo, sobre el aparador
de la entrada. Bostezas. Será peor ahora:
la cama si hacer, la ropa sin planchar
amontonada sobre la ropa sin doblar
de la última colada, los platos sin fregar
en la cocina sucia, el suelo sin barrer,
la manta en el sofá dormida en la penumbra
y ese sentimiento mezcla de culpa y rabia
como el primer café de la mañana, amargo
de sabor y saber que la jornada empieza
con olor a lejía: y a derrota: y a pena.
¡Y tanta noche aún, tan sola, por delante!

Cuesta volver a casa cuando todo te espera.

Las cosas ya perdieron la ilusión de una mano
que supiera tratarlas con mimo y suave tacto,
y resignadas yacen, con callada desidia,
a que te acuerdes de ellas y te acuerdes de ti.
Procura hacerlo, pronto, pues tu vida se escapa,
jornada tras jornada, mientras aguardas qué.

Juan Carlos Friebe

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