domingo, 24 de julio de 2011
DESPEINADA
Ellas cuentan tus lunares y los aman por viajar. Una mujer escribe; pasan tercios
de Flandes a su espalda. Solo escribe y sabe.
Duerme con pendientes, se hiere. ¡Ah, el olvido!, esa punzada tras el lóbulo, justo
donde arranca el frágil cuello, impide el sueño.
¡Ah, la culpa y sus aliados!, humillamos al cuerpo sin conseguir perdón.
Aprendía el perfil de las hojas; cada espera tiene su otoño pero las uñas crecen
más en invierno; el frío dilata el sitio.
Entre dos no hay lo que se ve sino lo que pasa, el último pensamiento de las
sábanas, cuestión de confianza.
Lo demás es ruido, estuche, lazo o carambola.
No juego al póquer, madre, es tan costoso crecer bien, con el orgullo sobre los
hombros como toquilla de tarde.
Frío seco, fiestas de guardar, amor sin verbos donde estar, donde confluyan
planes una vez en la vida, o ninguna.
Rosario de Gorostegui
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Gracias, Rosario!
ResponderEliminarYo tampoco juego al póquer, pero me gustan las confluencias, los despeinos.. y los verbos.
Precioso poema