Tengo un hijo azul y
una hija de piedra. Él es un niño de agua y ella un resplandor del desierto. Desde
muy pequeña a mi hija le gustaba disfrutar con sus acciones improbables, soñar
que podía con el destino. Las imaginabareales junto asu hermano rampante. Ella
volandopor el pasillo, él ausente y dividido.
Tengo una hija equilibrista de color vainilla. Hace tiempo
que decidió vivir en las alturas. Desde el trapecio observa ahora como se van evaporando
aquellas señales y los laberintos del mundo. Un balanceo más y ellatambiénseráinvisible.
Juan
Carlos de Sancho
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