Protector de la noche,
el astro otea caminos
donde los pasos vagan.
Sirio diluye
su halo luminoso,
en el cósmico sueño
de la obscuridad plena.
Alguien recuerda el mar:
la vida ante sus olas,
como rota esperanza
estallando en las rocas...
Ahora todo duerme.
El rencor se apacigua.
Canta un grillo estridente
a las constelaciones:
luminoso venero
que lleva su rebaño,
dorado y silencioso,
hacia el mar recordado.
Un suspiro se expande
buscando sus orillas.
Carmelo Sánchez Muros
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