Niña de jazz que trajo a la deriva la luna
Nadie sabía de su paradero, no la pensó ningún poeta
Tal vez el gran Takuboku conociera de cerca sus aventuras
en los arrozales de Honshú
o el ruso Esenin, cuando la pequeña cuidaba las crías
de la perra nacidas en la nieve.
Cerca de la ventana se asoma con sus tres naranjas azules
Las siete lunas iluminan la oscuridad de esta casa perdida
donde ella duerme y ensaya , como un oso en hibernación,
junto al mono gramático y los cibernautas que admiran su talento.
Jazz de la niña en Nueva York y Burkina Fasso
Conciencia de ser el jardín y las acequias, nada más que la música,
un almendro con farolas, el olor a azahar en este patio sin paredes
donde ella compone y concierta las Ninfas del Bosque.
Fíjate ahora en el conjunto de sus figuraciones
en estos fragmentos que escribió en el taller lunático
Diminuta filósofa con alas de cernícalo, viviendo con tan pocos recursos,
planeando junto al águila y el pelícano nuevos espejismos para la vista
Ya están reunidos los nombres y sus averiguaciones,
las cualidades del mundo y el enigma,
su colección de collares hindúes , el paradigma que superó a las costumbres,
el ideal de sustancia de los poetas desaparecidos.
Y ella, que aún no sabemos quién.
POEMA: Juan Carlos de Sancho Ravelo (Las Palmas de G.C, Islas Canarias, 1956). Poeta, escritor, editor, guionista e ilustrador. Antólogo de poetas canarios en Italia, México y Argentina. Ha publicado libros de poesía, ensayo, microrelatos, cuentos. En los últimos años asiste como ponente a diferentes Encuentros Internacionales de Literatura (México, Argentina, Irlanda, Chile, Italia y Portugal); articulista de revistas universitarias en México, Portugal e Irlanda. Dibujante en periódicos españoles con sus tiras Mona & Lisa Stand & By, página juvenil La Pajarita. Ilustra sus propios libros: Las Unidades Fugaces, El Tren del Infinito, Diccionario del Mono Leído.
Nadie sabía de su paradero, no la pensó ningún poeta
Tal vez el gran Takuboku conociera de cerca sus aventuras
en los arrozales de Honshú
o el ruso Esenin, cuando la pequeña cuidaba las crías
de la perra nacidas en la nieve.
Cerca de la ventana se asoma con sus tres naranjas azules
Las siete lunas iluminan la oscuridad de esta casa perdida
donde ella duerme y ensaya , como un oso en hibernación,
junto al mono gramático y los cibernautas que admiran su talento.
Jazz de la niña en Nueva York y Burkina Fasso
Conciencia de ser el jardín y las acequias, nada más que la música,
un almendro con farolas, el olor a azahar en este patio sin paredes
donde ella compone y concierta las Ninfas del Bosque.
Fíjate ahora en el conjunto de sus figuraciones
en estos fragmentos que escribió en el taller lunático
Diminuta filósofa con alas de cernícalo, viviendo con tan pocos recursos,
planeando junto al águila y el pelícano nuevos espejismos para la vista
Ya están reunidos los nombres y sus averiguaciones,
las cualidades del mundo y el enigma,
su colección de collares hindúes , el paradigma que superó a las costumbres,
el ideal de sustancia de los poetas desaparecidos.
Y ella, que aún no sabemos quién.
Juan Carlos de Sancho. Foto: Patri Díez |
POEMA: Juan Carlos de Sancho Ravelo (Las Palmas de G.C, Islas Canarias, 1956). Poeta, escritor, editor, guionista e ilustrador. Antólogo de poetas canarios en Italia, México y Argentina. Ha publicado libros de poesía, ensayo, microrelatos, cuentos. En los últimos años asiste como ponente a diferentes Encuentros Internacionales de Literatura (México, Argentina, Irlanda, Chile, Italia y Portugal); articulista de revistas universitarias en México, Portugal e Irlanda. Dibujante en periódicos españoles con sus tiras Mona & Lisa Stand & By, página juvenil La Pajarita. Ilustra sus propios libros: Las Unidades Fugaces, El Tren del Infinito, Diccionario del Mono Leído.
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